¡TIEMPOS MODERNOS!

 

Mucho se habla de los vinos modernos. Estos desde su inicio por los noventa y eclosión a partir del nuevo milenio, han irrumpido fuerte estableciendo un nuevo fenómeno. Sus características eran y son, fruta, frescura y complejidad.

Pero si me permiten arrojar un poco de luz sobre todo esto, cabe decir que los vinos modernos han ido cambiando en su continua evolución. Entonces, ¿qué son ahora o cómo son los vinos modernos?

 

Las pautas siguen siendo las mismas, aunque a diferencia de sus antecesores, hoy día existe una cierta vuelta a la viticultura ecológica y con ello, a la tradicional. La influencia del marketing se ve reflejada en las etiquetas, también en los gustos. De ahí vinos fáciles, sencillos (que no exentos de complejidad) y directos para captar al perdido joven público.

 

Un ejemplo sencillo sería: El Cullerot 2013, vino blanco de Celler del Roure en la DO Valencia. De vistoso amarillo pajizo, que refleja intensos colores ambarinos dorados en copa debido a su coupage. Un perfume repleto de frutas exóticas como el mano, lichis o sandia, pasando por peras y manzanas muy sutiles. La boca cumple, refrescante y chispeante. Repetimos con las frutas, aunque aquí hay un claro predominio de cítricos, bien llevados con recuerdos vegetales. Divertido, directo y no exento de complejidad, pero con un corte comercial perfecto.

 

Otros grandes cambios le han sucedido al mundo de los vinos rosados, sobre todo en su imagen interior. Está de moda vinos de menor extracción, dando a vinos con color cebolla, salmón claro o rosas palo. Esto afecta al contenido, dotando de aromas de los dos mundos (blancos y tintos) sin las características de los clásicos rosados. Ejemplo es Muga Rosado 2014 en Rioja, un rosado vestido de etiquetaje y botella clásica. Guarda en su interior un rosado moderno, de bonito rosa fresa de reflejo asalmonado. Brillante y limpio. En nariz es rico en frutos rojos, cargados de chuchería. Se acompaña de melocotones y albaricoques, piña y maracuyá. En boca las frutas tropicales invaden, secundan las de hueso y unas notas florales estupendas amenizan. Tiene un corazón especiado, con un carbónico presente. La acidez es buena, el trago se alarga y termina en buen amargor.  

 

Otros ejemplos de vinos modernos, los de buen contenido y continente. Como antes comenté, la etiqueta juega un importante papel. Dos versiones tintas son, el Hombre Bala 2012 y el vino Tocat de l'Ala. El primero con una etiqueta encargada a un dibujante de comics, en este caso el catalán Jordi Lafebre. Cosa que debemos al grupo de Comando G en la DO Madrid. Imagen destinada al público joven y con ganas de probar un buen vino. De intenso rojo rubí de capa media, encontramos una nariz floral y frutal, con recuerdos típicos de regaliz en la Garnacha y un fondo de crianza. En boca su paso es agradable, buen equilibrio fruta/especia/balsamos casi perfecto. Un trago agradable que se alarga al paladar, y no se hace nada pesado. Con un apunte final a cremosos de barrica. Un estupendo vino, que no se hace para nada pesado. También es el caso de Tocat de l’ala 2013 (loco de atar), vino de la DO Empordà por Roig i Parals i Coca i Fito. Etiqueta que nos muestra une especie de funambulista del monociclo, haciendo peripecias en chaqué. De vistoso púrpura con tonos azulados, deja una bonita lágrima fina que tiñe al paso. Nariz amplia en frutos rojos, fondo boscoso, mediterráneo. Anisados y flores azules, romero y muy pulido perfume. En boca es una bomba, buenas sensaciones lácteas. Caramelo de fresa, frambuesas y moras. Es un goloso incansable, se redondea con notas de su paso por barrica, especiado y balsámico. ¡Un genio y figura este vino!

 

La seriedad no esta exenta en el corte moderno, buenos son los dos ejemplos que ponemos a continuación. Artuke Finca los Locos 2012. Por su nombre poco diríamos, pero estamos ante un potente Rioja de la parte alavesa. Rojo cereza oscuro, capa alta, con reflejos violáceos. Primer punto moderno, mayor extracción de color. Nariz redondísima, fruta negra madura. Corazón boscoso, aromas cremosos y final mineral. Terroir y varietales. Boca mayúscula, frutos golosos, licorosos, amplitud, energía. El equilibrio es posible ante tanta magnitud. Tostados, cremosos, especiados, bálsamos, no para, no para. Grande, genial, estupendo, un Rioja de los nuevos, un Rioja para enamorase.

 

El siguiente ejemplo, versión blanca. Del grupo Jorge Ordóñez en Rías Baixas. Un albariño brutal, La Caña Navia 2010. Imagen sobria, botella de peso. La serieda acompaña, pero el nombre desconcierta. Su interior asombra y te devuelve el sentido. Nos hayamos ante un Albariño magno, casi excelso. De bonito amarillo trigo dorado, brillante y luminoso. En nariz es el perfume que ansia Grenouille. Fruta exótica madura, fruta blanca a horno, cremosos de bollería. En movimiento aparece frescura, flores blancas, agua de coco, trazas vegetales… inagotable, complejo. En boca, frescura, untuosidad. Amable, salvaje. La dualidad de este albariño es increíble. Su carga frutal, su poder maduro, la frescura inusitada, su volumen seductor. Fruta y crianza, varietal y trabajo. Dos caras que aúnan en una moneda, que ofrecen un vino impresionante, largo, eterno, ¡inmenso!

 

¿Clásico o moderno? No se realmente por cual decidirme. Esta claro, que el corte moderno llega a más público. Cuando sube el listón, lo sube y con creces. Realmente no se qué futuro depara el sector, el vino moderno se arma con técnicas del pasado. Y a su vez, el clásico mira al moderno como un amigo… lo que está claro, es que tenemos vinos para todos los gustos y para toda la eternidad.

 

Salud!