CORAZÓN ROJO

 

Suena la banda sonora de los Cazafantasmas en mi bolsillo, cojo el móvil y veo que es un Whatsapp de mi mujer:

Hola, dice mi padre que subamos a la torre hay barbacoa.

Ver esta frase impresa en la pantalla, es para mí como ver las tablas escritas para Moisés, religión pura. Empieza un ritual que os paso a describir:

-Primero pasa por enviar un par de Whastapp más a mi suegro, para saber qué carne habrá y si he de llevar algo.

-El siguiente paso es ir a Carnicería Rubio, la carnicería de mi amigo Isma (Ismael) e incurrir en la adquisición de unos chuletones de ternera o buey de una calidad rayana a la excelente indecencia o unas tiras de asado de chupar hasta el tuétano.

-El tercero y mi pasión, repasar la hemeroteca mental de vinos probados en estas distendidas festividades carnívoras, todos ellos tintos evidentemente. Busco y repaso, porque no me gusta repetir vinos salvedad de algunos casos, pero es que es muy divertido.

 

La suerte de vivir en un país vinícola como el nuestro, es la de poder sumergirte en la abundancia de tipos de vino tinto, poder encontrar en ellos la diferencia sensorial y gustativa que ofrecen dependiendo de variedad o denominación y, ver que todos son perfectos para la vorágine carnal.


Para mí, no existe mayor placer que el de cortar un buen solomillo de buey asado al carbón de leña, ver como el cuchillo separa el trozo rebanando la carne como si de mantequilla se tratara y admirar ese Corazón Rojo.

 

Núcleo sensorial de mi demencia, catalizador de mis papilas hacia la vía láctea, un corazón rojo de placer. Este corazón, solo es comparable al de un buen tinto, ya sea joven o no. Tenemos unos tintos en este país, con un corazón rojo en el que perdería mi vista hasta la ceguera; opulentos, golosos, balsámicos, especiados con o sin barrica, mono varietales o coupageados , que hacen las delicias para estas carnes (me refiero a las del plato y a las mías).

 

Por esto en Enterwine hemos decidido rescatar una selección, tirando de hemeroteca aportando algún viejo conocido o descubriéndoos nuevas selecciones. Estos harán las delicias, acompañando esas barbacoas veraniles que tanto nos gustan en este país y si es en buena compañía, qué mejor!?

  

Comenzamos la selección con la nueva añada de Románico 2012, estupendo tinto de Toro creado por bodegas Teso La Monja. Tinta de Toro que viste un interior criado seis meses en barrica de roble francés, riguroso respeto por el terroir, sin pesticidas ni herbicidas, siguiendo el calendario lunar para que este vino exprese la fruta en esplendor. A la vista muestra un rojo picota de capa alta, ribete violáceo y un paso que tiñe el balón entero, dejando en su caída una abundante lágrima. Nariz varietal, carga portentosa de frutos rojos, regaliz negra, bálsamos de mentol, potente, grueso, fondo licoroso y fruta madura. En boca se muestra fluido, elegante, notas a frutos rojos y cremosos de la crianza. Bien estructurado, equilibrado, acidez correcta junto a una calidez que arropa al trago, lo alarga y hace perdurar, el tanino bien pulido también ayuda. Retro a vainillas, cacaos y fruto maduro. Excelente compañero de unas tiras de asado y demás carne roja, aunque con las tiras es un primor.

 

Una de las nuevas adquisiciones es Jaume Puntiró Carmesí 2011, llegado desde Binissalem-Mallorca y con un cupage muy autóctono: Mantonegro y Callet. Procedentes de agricultura ecológica, las uvas son recogidas en su momento óptimo y prensadas ligeramente para que el mosto permanezca un tiempo juntos y propiciar la extracción de color y aroma. Fermentación a temperatura controla en depósitos de inox y 12 meses de crianza en barrica de roble americano. En copa ofrece un rojo rubí de capa media-alta, ribete carmesí a los bordes haciendo honor al nombre, tinta a su paso por la copa y desciende una lágrima uniformada. Gruesa nariz, la Mantonegro predomina. Fruto negro maduro, ciruelas, cassis, moras. Especiado y balsámico, junto a unos tostados y cremas. Voluptuosa nariz. En boca cambia de tercio, la fruta es pura alegría y explosión, punto madura sin llegar a la confitura, equilibrio y precisión. Buena acidez, trago largo y frutal, sutil y elegante. El retro aporta las notas de crianza, suavizando el final, el tanino está maduro dando, si cabe, más elegancia al conjunto. Un vino sorprendente, sin aristas, pulido y sin defectos. Vino para acompañar perfectamente una ternera gallega; su elegancia no restara protagonismo a tan buena carne, aunque con un cochinillo o lechazo nos hará disfrutar mucho también. 

 

Uno de los viejos conocidos o más bien debería decir, de los jóvenes conocidos es Laya en su nueva añada, 2013. Debilidad sentimos por este estupendo vino, añada tras añada refrenda su buen hacer desde Bodegas Atalaya. Hijo de tierras albaceteñas en Almansa y criado con dos tremendos varietales como son la Garnacha Tintorera y la Monastrell, madurando cuatro meses en barricas de roble para domar la insolencia juvenil de este gran vino. Negro azabache, reflejos azulados y violáceos surcan su calma en copa, que arriban a un menisco glicérico. Su paso en movimiento no tiñe, crea un vestido de terciopelo azul acompañado de una lágrima lenta, abundante, preciosa. Opulencia en las fosas, un bazar tunecino de especias, desde exóticas hasta la cuotidiana de casa, los frutos que maduran a un sol de verano inclemente, ciruelas, moras, casís, fresones. Una punta herbácea hace acto de presencia ante un poderoso torrefacto que inclina su balanza hacia unos cremosos de crianza. Impresionante, nunca te lo acabas. De entrada dulce y fresca, canasto de frutas rojas y negras sobremaduradas. Ahumados de aúpa, cremoso, toffe, vainilla. Asombra tanta complejidad en un vino de esta juventud y precio, asombra cada añada y no dejo de perderme en sus placeres, lo sigo diciendo y diré, es impresionante, vino con mayúsculas, ¡El Vino! Su acompañante a nuestro parecer, no es otro que el de un buen solomillo de buey, marmoleado, infiltrado, asado con cariño al calor de una barbacoa, bien hecho por fuera y poco por dentro, compañeros de viaje, sueño de verano.

  

Otro nuevo compañero que hemos conocido hace bien poco, ha sido Manga del Brujo 2011 de El Escocés Volante. Un estupendísimo tinto producto de ensamblar mayoritariamente Garnacha Tinta y Syrah, en pequeña compañía de Tempranillo y Monastrell con cinco meses de crianza en las aragonesas tierras de Calatayud, tierra que nos está dando grandes vinos últimamente. A la vista ofrece un rojo picota de capa media alta, menisco rubí y buen tinte a su paso, lagrima gruesa y rápida caída. Nariz de interesantes matices, frutillos del bosque juerguistas, bálsamos de sotobosque y una ligera punta especiada, se les une una punta de cacao muy interesante. De entrada fresca, ágil y alegre, nos proporciona unas notas de frutillos gustosa, el tanino aun esta por pulir, pero la acidez lo atenúa y nos alarga el trago, es una pequeña y sutil oda a la frescura, a los frutos rojos, dejando en un segundo plano las notas de crianza. Un vino divertido y muy chulo. Las chuletillas de cordero se me antojan sobre manera con este vino, su agilidad y carga frutal, nos hará una buena combinación con ellas.

  

Continuamos con otro conocido de la hemeroteca, Juan Gil 12 meses uno de los grandes de Jumilla elaborado por Bodegas Juan Gil y con una expresión tremenda de la Monastrell como bandera. Procedente de viñas con más de 40 años de edad, recogida manual y despalillado de la uva, realizando una maceración y primera fermentación en inox durante 25 días para hacer la fermentación maloláctica ya en barricas de roble francés durante 12 meses. Rojo picota de capa media alta con ribete violáceo, teñido de balón al paso que deja una lagrima uniformada. Nariz fragante, perfumada, especias inundan las fosas junto a unos agradables mentolados. Casis, ciruelas y grosella bien arropada por un toffe de la crianza, muy varietal. Boca generosa, frutos negros en confitura, cacaos y caramelo, cremoso. La misma sensación que llevarse una tarta Sacher a la boca, pero con puntas de especia exótica; el trago es ancho pero corto, con una acidez rayana a la perfeccion, muy viva y activa que nos incita a otro trago. Otro vino que no puede faltar para acompañar un buen solomillo de buey o un buen trozo de onglet, ¡qué demonios!

  

Finalizamos con otra de nuestras debilidades, Sycar 2011. Proveniente de Montsant y elaborado por Celler Masroig, coupage de Cariñena y Syrah, junto a 14 meses de crianza en roble francés (90%) y americano (10%). Rojo picota de capa alta con ribete carmesí, otro que viste la copa a su paso, elegante y sedoso. En nariz muestra una fusión estupenda entre la crianza, varietales y terruño. Frutos del bosque maduros que se entremezclan y se arropan con las notas de crianza, la licorella (pizarra) asoma y pone el broche un toque licoroso. Exquisito. Fragante y alegre entrada, muy frutal. Vino fluido, bien estructurado y equilibrado. Toffee, vainilla y leves ahumados, frutos del bosque maduros y final mineral. Brutalidad de vino, majestuoso. Ejemplo perfecto de la expresión de un terruño, unos varietales y la crianza, como si lo llevase impreso en su ADN, casi perfecto. La acidez es una interestatal, se alarga hasta el horizonte perpetuando el trago. El retro nos devuelve la fruta y un deje mineral. Este vino es un 4x4, por su complejidad y conjunto se atreve con todo, chuletillas, solomillos, entrecots, filetes, costillas, tiras de asado y un largo etc. Pruébenlo y verán, además su RCP es casi imposible de superar.

 

 

 

No sabemos de vosotros, pero lo que es el Staff de Enterwine acabamos de despertar un hambre carnívoro sobre manera. Pensamos de ésta una selección acertada; sólo nos cabe esperar que la disfrutéis tanto como nosotros y nos comentéis de paso si ha sido así. Pero ante todo recordad:

Probad, catad y decidid. Es vuestra elección!